El Museo Inmersivo del Arrabal: patrimonio, cultura y resistencia en cada rincón
En un radiante sábado de febrero, viví una experiencia cultural transformadora en la ciudad de Panamá. Participé en una gira turística liderada por Efraín Guerrero, fundador del Movimiento Identidad, gracias a una invitación extendida por Alicia Tejada y Carmen Quarless, integrantes del grupo Sankofa PTY, surgido tras su participación en la primera cohorte del espacio Hijas de Alkebulan.

El recorrido comenzó a las 10:00 a.m. en el emblemático Parque de Santa Ana. Llegué justo a tiempo gracias al metro, y al encontrarme con Alicia y Carmen, me invadió una profunda alegría. Ellas han mantenido viva la semilla sembrada hace cuatro años, cuando un grupo de mujeres afropanameñas decidimos crear un espacio de aprendizaje e interacción desde, para y con mujeres afrodescendientes en la era pospandemia. Tres de nosotras, co-creadoras de aquel espacio, estuvimos presentes en la gira para acompañarlas.
Mientras esperábamos el inicio, Carmen, residente de Santa Ana, nos señaló a una figura emblemática del lugar: Cecilia “Pescao”, una mujer que vende pescado frito en El Chorrillo. Mujeres trabajadoras negras como ella han sido la columna vertebral de nuestra historia.
Cuando Efraín llegó, nos saludó con su característica amabilidad. En el gazebo del parque, con micrófono inalámbrico y tableta en mano, comenzó a mostrarnos imágenes antiguas del mismo espacio, testigo de eventos históricos como la primera huelga inquilinaria en 1925.

Durante la caminata, aprendimos sobre figuras históricas como el Dr. Carlos A. Mendoza, redactor del Acta de Independencia de 1903 y primer presidente negro de Panamá en 1908, tras la muerte de José Domingo de Obaldía. Mendoza, oriundo del arrabal de Santa Ana, se oponía al Artículo 136 de la Constitución de 1904, que permitía la intervención de Estados Unidos en Panamá. Su postura, sumada a su origen afrodescendiente y popular, lo mantuvo marginado de los relatos oficiales.
Uno de los puntos más impactantes del recorrido fue la Iglesia de Santa Ana. Su ubicación elevada permitía una vista privilegiada de la Bahía de Panamá y su fachada aún conserva la corona española. Aprendimos sobre el traslado de la ciudad desde Panamá Viejo hacia el Casco Viejo, debido a la proximidad con el agua del Cerro Ancón. Las mujeres negras, conocidas como aguateras, transportaban agua sobre sus cabezas en esa ruta. ¿Cómo es posible que estas historias no se cuenten más a menudo?
También admiramos la fachada del Teatro Variedades, que ostenta el primer escudo de Panamá, y conocimos sobre el “sifón”, una bebida local tan popular que atraía personas de todo el país.

En Calle 14, disfrutamos una limonada con raspadura preparada por un emprendedor local y visitamos la panadería La Venezolana, la primera de la ciudad, precursora de la reconocida empresa Pascual Hermanos.
El recorrido nos llevó hasta el barrio de El Chorrillo, donde observamos el estadio en honor a Cocoliso Tejada. Este barrio ha sido cuna de dos equipos de fútbol amateur y del destacado futbolista Rommel Fernández. Me llenó de orgullo saber que mi madre fue su profesora de inglés en el Instituto Nacional.
Uno de los momentos más reveladores fue la visita a Patio Pinel, donde al levantar la tapa de una alcantarilla aún se puede escuchar el agua proveniente del Cerro Ancón. La gira culminó en el Cementerio Amador, donde descansan los próceres de la patria, en secciones organizadas por comunidades: judía, china, extranjera e infantil. Finalmente, llegamos a las cercanías de la antigua Cárcel Modelo, donde observamos un muro vestigio del lugar donde las aguateras extraían agua.

Al cierre del recorrido, entre música y fotografías capturadas por jóvenes del barrio, reflexionamos sobre la profunda influencia de Santa Ana y El Chorrillo en la identidad panameña. Estos barrios han sido semilleros de políticos, escritoras, poetas, músicas, deportistas y liderazgos comunitarios que han marcado la historia del país. ¿Cómo garantizamos que sus historias no desaparezcan?
Esta experiencia reafirmó la importancia de preservar la memoria histórica y de reconocer el invaluable aporte de estas comunidades al tejido social de Panamá. La ruta de las aguateras es un rastro olvidado que urge visibilizar. No podemos ignorar que las plazas y edificaciones del arrabal cimentaron gran parte de nuestra sociedad.

Agradezco a Efraín y su equipo, conformado por jóvenes con pasión como Isa, un fotógrafo e intérprete que también acompañó la gira. Efraín es un verdadero baluarte del arrabal, un comunicador nato cuya lucha contra la gentrificación y defensa de la memoria histórica merece reconocimiento.
¡Te invito a vivir esta experiencia! La gira me permitió conectarme con la cotidianidad, la calidez y la resistencia de Santa Ana y El Chorrillo. Me transportó en el tiempo y me recordó la importancia del agua, de las mujeres que la cargaban, y de un chorro que ya no existe, pero que dio origen a barrios fundamentales para la historia panameña.
La gira del Museo Inmersivo del Arrabal es una experiencia altamente recomendada. Con pasión y conocimiento, el equipo liderado por Efraín nos regaló un recorrido enriquecedor que honra la historia, celebra la cultura y reivindica la resistencia popular.
